Empezamos el pasado julio nuestro cuarto año como familia educando a nuestros hijos en casa. Tengo que confesar que ha sido un reto para cada uno de nosotros y continúa siéndolo a medida que pasa el tiempo porque, como padres, nunca terminamos de aprender. Somos los primeros llamados a dar ejemplo a nuestros hijos en todo sentido, en especial, porque nuestra motivación es darles una verdadera educación para la vida, más allá de mera academia.
Nos ha requerido un trabajo en equipo muy arduo establecer una estructura sana y funcional pero a la vez flexible dentro del hogar, una estructura que le dé su lugar a cada miembro de la familia, que respete las diferencias y valore el esfuerzo y el proceso individual, que permita que todos aportemos a esta comunidad desde lo que cada uno sabe y puede hacer, sin comparar, sin demandar, sin frustrarnos ni frustrar a los demás.
Hemos aprendido a pasar juntos todo el día, todos los días y a sabernos tolerar y respetar. Seguimos "aprendiendo a aprender" los unos de los otros, a construir juntos los sueños personales y familiares, a conocernos más profundamente, a poner sobre la mesa del almuerzo temas tan triviales como series de superhéroes hasta temas muy trascendentales como la política, los valores y sus propios proyectos de vida. Hemos logrado valorar la opinión del más pequeño hasta el mayor y tener la posibilidad de expresar desacuerdos sin el temor del qué dirán. No puedo decir, que nunca hemos discutido o peleado porque sería una mentira, pero vamos avanzando en una comunicación cada vez más efectiva donde defendemos nuestras formas de pensar con argumentos, debatimos juntos y sacamos conclusiones.
Ser familia es la mejor manera de aprender; compartir tiempo juntos de calidad y llevar a cabo esas cosas que parecen rutinarias, pero que juntos transformamos en momentos de crecimiento, hacen que el proyecto de educar en casa sea tan espectacular. Este tiempo ha hecho una completa metamorfosis en nuestra manera de pensar y nos ha dado visión para ver un futuro más prometedor para nosotros y para nuestros hijos. Nos ha hecho soñar, planear y ver muchos de nuestros sueños hechos realidad.
Sigo animando a aquellas familias que anhelen emprender este camino, que aunque estrecho, te llevará a momentos y a lugares inimaginados de felicidad, tranquilidad y sobre todo, de éxito. Para concluir, qué mejor que con la palabra más poderosa para estos tiempos: La Palabra de Dios: "No nos conformemos a lo que todo el mundo hace, sino permitamos que nuestro entendimiento sea transformado y renovado para que entendamos la buena voluntad de Dios: AGRADABLE Y PERFECTA!" Romanos 12:1
